"Alea jacta est"
Escrito por Tomás Manuel Escamilla Pérez
La semana que viene los tenemos y sólo de oir esa palabra la mayoría de las veces nos entran sudores frios, se nos acelera el corazón y en definitva nos inquietamos. Nada más lejos de la realidad es lo que en nuestro caso debería suceder.
Un examen, digamos al uso, consiste básicamente en la superación de una prueba que nos permitirá continuar, o no, en una tarea emprendida, sea ésta la que sea.
En segundo lugar es notoria la superación del mismo, mediante la obtención de un certificado, diploma o justificante acreditativo que, además, nos será solicitado o requerido en innumerables ocasiones y por gente de lo más dispar.
Pues bien, dicho esto retomo la parte inicial de ésta pequeña reflexión para demostrar, y desmontar, lo hasta aquí expuesto.
En nuestro caso, cuando la semana que viene tengan lugar, se debe intentar dar lo mejor de cada uno, como si de una clase se tratara, o sea, relajado pero atento y, ante todo y muy muy importante, como dice nuestro queridísimo Chimo, disfrutando del momento. Ello es así porque no se contempla la posibilidad de la no superación del mismo, y por tanto del retroceso o mantenimiento en una escala anterior que sí lleva aparejado un examen normal. Por tanto no debemos ponernos nerviosos ni estar atenazados en nuestros movimientos porque lo que ocurre es una celebración, no un examen, es una autodemostración de la evolución, no sólo técnica sino personal, cuya particularidad más relevante es que más ojos de los normales se fijan en nosotros, simplemente eso.
En segundo lugar el resultado final, que cada uno conoce nada más terminar antes de que nadie le diga nada porque sabe como lo ha hecho, queda para uso propio, interior y privado, y esto me lleva a desmontar la segunda causa que nos pueda anquilosar técnicamente en la práctica de ese día.
Se haga como se haga, el juicio más duro, a buen seguro, es el que provendrá de uno mismo, contento o no en mayor o menor medida con lo realizado. Además, no se expide nada tangible acreditativo de la superación, o no, de la prueba y, por ello, todo queda a nivel personal. El ejemplo más claro de esto es el mantenimiento del cinto blanco en todo momento. Es como si nada hubiera ocurrido, externamente al menos, porque internamente cada uno habrá emitido un juicio certero sobre lo ocurrido que, a diferencia de un examen convencional nadie más conocerá, pero sí le hará crecer y plantearse nuevos retos.
Por ello, más que un examen es un autoexamen, un examen que nos hacemos a nosotros mismos, no nos lo hace nadie, es un saber en qué punto se halla cada uno, a todos los niveles, al margen de los convencionalismos enumerados al principio. Es, en definitiva un paso más en ésta senda tan gratificante pero a la vez tan ignota que se llama Aikido, y en la que todos estamos voluntaria y felizmente inmersos.
La semana que viene los tenemos y sólo de oir esa palabra la mayoría de las veces nos entran sudores frios, se nos acelera el corazón y en definitva nos inquietamos. Nada más lejos de la realidad es lo que en nuestro caso debería suceder.
Un examen, digamos al uso, consiste básicamente en la superación de una prueba que nos permitirá continuar, o no, en una tarea emprendida, sea ésta la que sea.
En segundo lugar es notoria la superación del mismo, mediante la obtención de un certificado, diploma o justificante acreditativo que, además, nos será solicitado o requerido en innumerables ocasiones y por gente de lo más dispar.
Pues bien, dicho esto retomo la parte inicial de ésta pequeña reflexión para demostrar, y desmontar, lo hasta aquí expuesto.
En nuestro caso, cuando la semana que viene tengan lugar, se debe intentar dar lo mejor de cada uno, como si de una clase se tratara, o sea, relajado pero atento y, ante todo y muy muy importante, como dice nuestro queridísimo Chimo, disfrutando del momento. Ello es así porque no se contempla la posibilidad de la no superación del mismo, y por tanto del retroceso o mantenimiento en una escala anterior que sí lleva aparejado un examen normal. Por tanto no debemos ponernos nerviosos ni estar atenazados en nuestros movimientos porque lo que ocurre es una celebración, no un examen, es una autodemostración de la evolución, no sólo técnica sino personal, cuya particularidad más relevante es que más ojos de los normales se fijan en nosotros, simplemente eso.
En segundo lugar el resultado final, que cada uno conoce nada más terminar antes de que nadie le diga nada porque sabe como lo ha hecho, queda para uso propio, interior y privado, y esto me lleva a desmontar la segunda causa que nos pueda anquilosar técnicamente en la práctica de ese día.
Se haga como se haga, el juicio más duro, a buen seguro, es el que provendrá de uno mismo, contento o no en mayor o menor medida con lo realizado. Además, no se expide nada tangible acreditativo de la superación, o no, de la prueba y, por ello, todo queda a nivel personal. El ejemplo más claro de esto es el mantenimiento del cinto blanco en todo momento. Es como si nada hubiera ocurrido, externamente al menos, porque internamente cada uno habrá emitido un juicio certero sobre lo ocurrido que, a diferencia de un examen convencional nadie más conocerá, pero sí le hará crecer y plantearse nuevos retos.
Por ello, más que un examen es un autoexamen, un examen que nos hacemos a nosotros mismos, no nos lo hace nadie, es un saber en qué punto se halla cada uno, a todos los niveles, al margen de los convencionalismos enumerados al principio. Es, en definitiva un paso más en ésta senda tan gratificante pero a la vez tan ignota que se llama Aikido, y en la que todos estamos voluntaria y felizmente inmersos.
¡¡¡Suerte!!!
Mae mia, se me saltan las lágrimas... que artículo más grande.
ResponderEliminarEnhorabuena Tomasico !!
PD: ignoto, ta.
(Del lat. ignōtus, desconocido).
1. adj. No conocido ni descubierto
Miguel del Valle
Aunque Miguelico me ha quitado la idea de aclarar términos ignotos de la gran prosa de nuestro amigo Tomás, diré que nuestro prosista favorito ha clavado mi idea de los exámenes.
ResponderEliminarYo pienso que los exámenes son para vosotros, para que podáis constatar vuestros progresos. Además sirve para que hagáis un esfuerzo extra para aprender nomenclatura y superaros en vuestro aprendizaje.
No os agobiéis, pero no caigáis en la desidia. Hacer las cosas bien es importante.
Abrazos.
Fernando
joer,tomas menuos comentarios mas rebuscaos
ResponderEliminarcon lo que tu as sio,
se esta perdiendo thoooo!
pd/?tienes buen diccionario,he pillin¿
Este artículo me recuerda a La Regenta...obra que intenté leerme en numerosas ocasiones para dormirme siempre en la tercera línea. Tomás, con su prosodia, lo ha superado: me duermo en la primera. Enhorabuena y sigue así, leyendo el BOE para instruirte...
ResponderEliminarMiguel Ángel Samper
Tomasssss,.., ha quedado claro el que pero no tanto el como,.., aunque en este caso el QUE se superpone al COMO y por ello te doy la enhorabuena por el QUE,.., que es el QUE vale !!!!!!
ResponderEliminarMiguel Ángel Tárrega
compañero, has estado muy acertado , solo te dire que aunque uno sepa que es una autoprueba, hay una cierta tension, por el simple hecho de demostrar ante tanta gente las tecnicas,y lo digo porque yo me examino el domingo 23 ,saludos y darle un abrazo a dani
ResponderEliminar