Crónica del viaje al curso de shodo en Ginebra (noviembre 2018)

Nuestra querida Genoveva nos relata lo más destacado del reciente viaje que hicimos alguno de nosotros a Ginebra.

CRONICA DEL VIAJE AL CURSO DE SHODO EN GINEBRA
El pasado 16 de noviembre, un grupo de 6 personas con una afición común, viajamos a la ciudad de Ginebra donde una persona muy especial, por su filosofía de vida y su capacidad para transmitir su riqueza interior a través de la caligrafía japonesa (shodo), nos ofreció la posibilidad de conocer un poquito mejor el camino a seguir para expresar y mostrar nuestro “yo” mediante este arte. ¿Que quién es esta maravillosa persona?, pues es Pascal Krieger Sensei.
Es el segundo año que puedo disfrutar de este curso, con la experiencia adicional de haber conocido algo más a los compañeros que durante todo el año compartimos las clases mensuales de shodo.

Me apetece comentar brevemente el viaje para que nos quede un pequeño recuerdo…

El viernes 16 de noviembre salimos desde Valencia Fernando, José, Javi, Miguel y yo con destino Ginebra. Yo estaba nerviosa porque conocía del año anterior la enriquecedora experiencia que suponía realizar esta “excursión”. Al llegar a destino nos esperaba Paulo, excelente anfitrión, quien nos acompañó a comer a un sitio que sorprendió por la sencillez de la gente que comía allí como por su excelente cocina portuguesa. Paseamos por la tarde y tuve la oportunidad de volver a ver el “reloj de flores de Ginebra” que me recuerda a una persona importantísima en mi vida.

Gracias a todos mis compañeros por acompañarme en mi vuelta a ese lugar.


Ya por la tarde, tuvimos la oportunidad de presenciar una clase de Jo-do que dirigió Pascal Krieger sensei y, en la que pudieron participar y disfrutar Fernando y Miguel, junto con el grupo de compañeros italianos con el que coincidiríamos posteriormente en el curso. Alrededor de las once de la noche, ya finalizada la cena en otro restaurante portugués, se unió al grupo Fernando “Madrid” (así lo llamo yo con mucho cariño), el sexto …entrañable Fernando.

Los días centrales del viaje, sábado y domingo, el sexteto nos dirigimos a Meyrin, el pueblo donde está ubicada la “casa social” llamada Maison Vaudagne donde se desarrolla tradicionalmente el curso. Me encantó reencontrarme con compañeros que conocí en la anterior edición y volver a ver todas las paredes cubiertas por modelos que Pascal sensei había realizado para trabajar durante el desarrollo de las clases. Al entrar sentí que estaba en un lugar confortable y en un ambiente que me merece un grandísimo respeto.



No creáis que el curso se repite, no que va… otra sorpresa me esperaba pues, además de Pascal sensei, pudimos disfrutar del arte de otro joven y experimentado maestro, René Ochiai sensei.

Las horas pasaron rápidamente porque ambos sensei nos explicaron alternativamente el significado de los modelos, para pasar a cuestiones caligráficas, desde cómo se realizan los trazos básicos, pasando por la escritura de kana (katakana e hiragana), la descripción de los cuatro estilos de caligrafia principales (kaisho, gyosho, sosho y reisho) e incluso una breve introducción al tensho. También se proporcionó mucha información práctica referente al cuidado de los pinceles o la mejor manera de preparar la tinta. Todo ello fue alternándose con los espacios de tiempo que cada uno dedicábamos a la práctica de los modelos expuestos o los que ambos maestros nos proponían de manera individual.

Durante este curso he reforzado la idea de que no se trata solo de intentar reproducir el modelo sino que, poniendo mente, corazón y cuerpo a trabajar al unísono transmitimos a la caligrafía nuestro estado de ánimo. Otra cosa es la experiencia que cada cual tenga y vaya adquiriendo con la constancia en el trabajo.

Trabajamos, atendimos, conocimos otras formas muy originales, en mi opinión, de expresión caligráfica, comimos, como es costumbre de este curso, una fondue “moitié-moitié” para cenar el sábado, compartimos opiniones…ah, y cenamos en un japonés que también se va convirtiendo en costumbre…en fin, lo necesario para pensar en repetir el próximo año. 

El lunes, mientras esperábamos que se hiciera la hora de regresar a Valencia, no nos quedó mas remedio que visitar la ciudad de Ginebra, con un gran esfuerzo, y nos vimos forzados a comer en un restaurante japonés …





No quiero cerrar este minirrelato sin dar mis sinceras gracias, en primer lugar, a Fernando porque sé que le preocupa que aprendamos y entendamos el arte del shodo así como por darme la posibilidad de conocer a su maestro y, después a Fernando “Madrid”, José, Javier y Miguel. Ah, y una pregunta… ¿repetiremos?

Comentarios

  1. Geno, fue un placer tanto el poder compartir este viaje con vosotros :)

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