Crónica Encuentro con Jean-Claude Aebischer (octubre 2019)
Los pasados 12 y 13 de octubre nos visitó, una vez más, Jean-Clude Aebischer. Para quien no lo conozca, es un hombre menudo con buen hara, con el centro de gravedad bien pegado al suelo, ágil como un gato y los ojos vivaces e inquietos de un cachorro. Se mueve sobre el tatami como si fuese su medio natural, algo comprensible teniendo en cuenta que lleva más de 50 años practicando aikido. Por eso, aunque a alguien le pueda parecer importante que sea un 6º Dan Aikikai, para quien escribe estas líneas lo anterior tiene mucho más peso.
Practicamos algunas técnicas básicas y enseguida ve nuestras carencias. La primera de ellas es nuestra actitud como uke: el ataque debe ser sincero. Cuando se trata de un katate o tsuki, debe transmitir energía, deseo de poder controlar o golpear a tori, pues esa energía es la que debe utilizar el compañero para poder hacer la técnica. Y siempre de manera que tori pueda trabajar pero sin abandonarse.
Foto de grupo de los asistentes al evento |
Otra de sus muchas indicaciones fue practicar con la postura erguida, con el centro de gravedad ligeramente bajo, mediante una ligera flexión de rodillas. Y es que verle moverse era un claro ejemplo de lo que nos quería transmitir. No es que se moviera, es que parecía deslizarse, y como todo en el aikido, iniciaba el movimiento desde la cadera.
Una de las cosas que más nos sorprendió es que tras dos horas de clase apenas parecía cansado. Nos habló de la respiración, algo que todos tenemos siempre presente pero que al ser un proceso automático no le prestamos atención. Es una respiración que entra por la coronilla hasta el hara, y debe ir armónicamente acompasada con los movimientos antes, durante y después de la técnica. Mantener los hombros bajos, además de ayudar a realizar mejor todas las técnicas, hace que inconscientemente baje la respiración hacia el hara y no se quede solo en el pecho.
Pero de todas las cosas que aprendimos en el curso, hay una que me pareció la más difícil de todas: atacar relajado. Al principio me lo explicó con palabras, y gracias a la inestimable compañía de nuestra traductora y amiga Consuelo, lo comprendí, pero no lo entendí. No fue hasta que lo experimenté que pude percibir superficialmente lo que me quería transmitir. Quien lleve un tiempo practicando aikido sabe cuan cortas se quedan las explicaciones frente a la experimentación.
Y para terminar, no podemos hablar de Jean-Claude sin mencionar a Catherine, su esposa. Una mujer encantadora que transmite paz y nos abre su corazón cada vez que viene a visitarnos con su marido.
Jean Claude resolviendo las dudas de los asistentes |
Gracias por tu crónica, nos has hecho revivir el curso y recordar los principios trabajados.
ResponderEliminar